Oh tú, entronizada rosa, para los antiguos
eras un cáliz de borde sencillo.
Para nosotros eres la flor plena e infinita,
un objeto inagotable.
En tu riqueza luces vestido sobre vestido
alrededor de un cuerpo hecho tan sólo de
esplendor;
pero a la vez cada uno de tus pétalos
es como negar y rehusar todo ropaje.